Entrevista en Newtral a Pilar Castro sobre la plantación de árboles y el cambio climático:
Yo no planto árboles”, dijo el empresario Bill Gates en un evento organizado por el New York Times el pasado septiembre. En su intervención, Gates calificó de un “sinsentido” asegurar que plantar árboles, un tipo de iniciativa fomentada por muchas empresas contaminantes, podría resolver el cambio climático iniciado por los seres humanos. Sus declaraciones siguen circulando por redes sociales, con mensajes que ponen en duda al magnate o la existencia del cambio climático. Pero la realidad es que Gates tiene razón: de poco sirven las iniciativas de reforestación si no van acompañadas de una reducción de las emisiones de gases de efecto invernadero. Plantar árboles no es suficiente para mitigar el cambio climáticoContexto. Los árboles, al hacer la fotosíntesis, absorben CO2. Por eso, los bosques actúan como sumideros de carbono y pueden compensar parcialmente las emisiones de este gas por la quema de combustibles fósiles. Esta característica hace que plantar más árboles se presente como una posible solución a la crisis climática. Sin embargo, Santiago Sabaté, investigador de ecología en la Universitat de Barcelona y asesor científico en el Centro de Investigación Ecológica y Aplicaciones Forestales (CREAF), señala a Newtral.es que no es la definitiva. “Por supuesto que pueden ayudar a mitigarlo, pero no resuelve el cambio climático, especialmente si seguimos emitiendo al ritmo que se hace actualmente”, dice Sabaté. El investigador subraya que los bosques se están saturando, es decir, que no pueden asumir todas las emisiones humanas. “Las iniciativas de reforestación no pueden servir como excusa para no reducir emisiones”, advierte. [Cuando los árboles (literalmente) impiden ver el bosque de la crisis ambiental y los límites planetarios] Pilar Castro Díez, investigadora de ecología en la Universidad de Alcalá (UAH), coincide con el investigador de CREAF, y añade que las plantaciones deben tener muchos factores en cuenta para que persistan en el tiempo y puedan funcionar como sumideros de carbono. “Primero, hay que seleccionar las especies adecuadas al medio en el que se van a plantar. Por ejemplo, no tiene sentido plantar especies tropicales en la meseta castellana, porque no toleran el frío y morirán durante el invierno”, señala Castro. También hay que asegurarse de que las condiciones del suelo se ajustan a las especies, plantar en una época adecuada y realizar cuidados posteriores, especialmente el primer año, como riegos o protegerlos frente a animales herbívoros. Ya han fracasado iniciativas por falta de planificaciónCastro cuenta que precisamente muchas iniciativas han fracasado “por no elegir especies adecuadas, porque las condiciones del medio no son aptas para esos árboles, por hablar plantado en épocas complicadas, o por falta de cuidados posteriores”. Por ejemplo, como se denuncia en un artículo en la revista de la facultad de Medioambiente de la Universidad de Yale (Estados Unidos), en 2012 se plantaron más de un millón de árboles en una región de Filipinas, por iniciativa del gobierno del país. Sin embargo, en 2020 solo un 2% habían sobrevivido, debido a que las condiciones meteorológicas y del suelo no eran las adecuadas. De hecho, Castro señala que, si los árboles no se plantan en las condiciones adecuadas, pueden actuar incluso como emisores de CO2. “Los árboles son seres vivos, por lo que respiran y emiten CO2 a la atmósfera. Un árbol sano compensa con creces esas emisiones a través de la fotosíntesis, que realiza el proceso inverso, absorbiendo CO2 y expulsando oxígeno. Pero si un árbol (o un bosque) está en malas condiciones, no crecerá (no absorberá carbono) pero seguirá respirando y emitiendo CO2”, advierte la investigadora de la UAH. Además, un bosque que esté “en decadencia” puede ser más vulnerable a quemarse, por lo que todo el carbono que almacenaba volvería a la atmósfera. “Por último, las labores en el suelo que se realizan para hacer plantaciones liberan carbono del suelo. Si el crecimiento de esa plantación no logra compensar esas pérdidas, podemos terminar con una pérdida neta de carbono a la atmósfera”, subraya. Proteger y mejorar los bosques que ya existenSabaté, ecólogo asesor de CREAF, también subraya que la reforestación es complicada porque estamos en un “sistema en transición”. “El clima sigue cambiando, es difícil plantar árboles cuando la situación no es estable”, señala. Además, Castro destaca que, además de las iniciativas de plantar árboles, en la lucha contra el cambio climático es esencial preservar y mejorar los bosques que ya existen. “Por ejemplo, en España se han abandonado muchos bosques y eso hace que broten muchos árboles, compitan entre ellos y no crezcan. Si se gestionan los que ya tenemos, podrían crecer más y, con ello, absorber más CO2”, afirma. Así, la investigadora apuesta por la combinación de soluciones para mitigar el cambio climático. “Debemos apoyarnos en medidas complementarias: cambiar las fuentes de energía hacia otras no basadas en combustibles fósiles, fomentar los sumideros de carbono naturales (como los bosques) pero, sobre todo, habría que reducir la demanda energética (y asumir el coste económico que ello supone)”, concluye.
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